Esta villa es digna de visitarse por su historia, sus monumentos y en especial por la belleza de sus paisajes. Se recomienda al viajero que acceda al cerro para divisar desde allí toda La Rioja Alta, el castillo de Davalillo, los pueblecitos y sus campanarios, y los extensos viñedos. Al fondo, la sierra y el Ebro. Pero si el visitante tiene el privilegio de llegar a la villa en otoño, tras la recogida de la vendimia, entonces, su visión quedará admirada por la variedad y belleza de los campos luciendo sus más variados colores. Esta villa, “Recinto Amurallado” que pertenece a la zona de la Sonsierra, asentada sobre un cerro que domina el río Ebro sirvió, por su carácter defensivo, de residencia del representante del poder político,
Posee casas blasonadas y una Plaza Mayor que, con su fuente y la fachada porticada de la casa consistorial, apela a la reunión de propios y visitantes. Se han realizado en ella actuaciones tan bien combinadas, entre el cuidado de su importante patrimonio histórico y la utilización de nuevas tecnologías, que han logrado que el visitante pueda disfrutar tanto del presente como del pasado, al alcance de su móvil, al poder contar con una ruta autoguiada, con códigos QR, que desde la Plaza Mayor y mediante el escaneo de los códigos, le ofrece toda la información necesaria.
Y del pasado, señalar someramente, que tras la muerte de Sancho IV el de Peñalen, en 1076, la sonsierra pasó junto con Álava, a ser dominio de Alfonso VI de Castilla; que en 1162 Sancho VI el Sabio ocupo diversas plazas y la vinculó al reino de Navarra, y que desde ese momento y hasta 1172, dotó de Fuero a la villa de San Vicente, y dió valor fronterizo al rio Ebro, entre los reinos de Navarra y Castilla. El Fuero aseguraba la lealtad de sus habitantes, en la lucha contra Castilla, reforzada con la construcción del Castillo realizado hacia 1172, posiblemente sobre la estructura de una fortaleza anterior.
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San Vicente, por su situación, sufrió numerosos asedios en los siglos XIV y XV, quedando incorporada a Castilla en 1463.
LOS PICAOS
San Vicente de la Sonsierra mantiene una curiosa tradición cristiana, en la que los penitentes pasean por las calles del pueblo descalzos, vestidos con túnicas blancas y capirotes. Sus espaldas expuestas y son golpeados con una madeja de algodón, causándoles heridas dolorosas. Cuando aparecen los moratones, sus espaldas son pinchadas doce veces en honor a los Doce Apóstoles. Esta tradición fue declarada atractivo turístico nacional en 2005
CASTILLO
Al parecer y según documentos contrastados, la construcción del Castillo de San Vicente se cita en torno a 1172, cuando la villa recibe el fuero.
A destacar que en un apartado del fuerode la villa, se establecía, al igual que en otros fueros, como los alaveses y del sur de Navarra, las dimensiones que debían tener las casas, por necesidades del recinto amurallado.
El castillo de San Vicente fue frontera y defensa de una de las vías de comunicación más directas hacia Castilla, de lo que se desprende que su construcción fuera de las más potentes de la época
LA IGLESIA Y LA TORRE DEL HOMENAJE
Santa María la Mayor, un templo del siglo XVI, en gótico tardío, guarda una curiosa pila bautismal gótica, pero con características románicas, además de un hermoso retablo renacentista.
Más arriba, se halla la torre del Homenaje con sus preciosas panorámicas y, junto a ella, unas escaleras que llevan al visitante hasta lo que fue el aljibe que surtía de agua a los defensores del castillo.
PUENTE MEDIEVAL
Su existencia parece remontarse al momento en el que la villa recibió el fuero en 1172, aunque se defienden diversas dataciones. Constaba de trece arcos apuntados y dos torres defensivas. Se reconstruyó a finales del XVI. Ha sufrido diversas obras de reparación.
ERMITA DE SANTA MARÍA DE LA PISCINA
El infante Ramiro Sánchez, en su testamento, dispuso la creación de la Divisa y Casa Real de la Piscina (nombre alusivo a la piscina probática de Jerusalén) y junto a ella, la edificación de una ermita dedicada a la Virgen, en el antiguo poblado de Peciña, que sería arrasado en la segunda mitad del siglo XIV en la guerra entre Pedro el Cruel y Enrique de Trastamara.
MIRADORES
La villa tiene una situación tan privilegiada que, desde cualquier parte del recorrido, se puede admirar su espléndido y variado paisaje: desde el parque de las Vistillas, los viñedos, y desde el Calvario, un panorama increíble al que añadir las bellas vistas al sur del castillo, y las de la Sierra de Cantabria, al norte.
El recinto Amurallado ayuda a que el visitante cumpla con facilidad sus objetivos: visitar monumentos, caminar por la muralla y absorber la panorámica general desde la zona superior.
Se recomienda realizar fotografías desde la pasarela, en el acceso al norte; desde el Mirador de la Torre Mayor y desde el Mirador del Ebro, al oeste.